Ya he comentado por aquí que los motivos por los que prefiero una Administración profesional vs. una Administración política son:
- Motivo 1: porque uno de los pilares que sustentan las decisiones de los políticos es la de complacer a sus lobbies.
- Motivo 2: porque a los políticos les trae sin cuidado los aspectos técnicos de sus decisiones.
Pues bien, hoy le toca el turno al siguiente motivo, que enlaza con el anterior:
- Motivo 3: los políticos “venden humo”.
Las ideas de los políticos, por muy buenas que sean, necesitan apoyarse en un correcto desarrollo técnico para ser, no sólo razonables, sino lo que es más importante, realizables. Cuando se confía la dirección de una Administración a un político no profesional de la gestión pública, puede suceder (como sucede) que se tenga un aluvión de buenas ideas, pero que éstas carezcan de la suficiente madurez como para convencer; si encima hablamos, por ejemplo, de propuestas relativas a cambios en la organización, como comentaba en el blog de @jifamiliar, la desconfianza y las resistencias afloran con todo su explendor.
En contra de lo que pudiera parecer, no tengo nada en contra de los políticos. Más bien todo lo contrario: creo que la vocación de servicio público de muchos de nuestros políticos es digna de elogio. Lo que no puedo comprender es que no se exija a los políticos que se ponen al frente de organismos o entidades públicas un mínimo de experiencia profesional en la gestión pública.
FunkziUni 