por qué prefiero una Administración profesional. motivo 1

Hace unos días Carlos Guadián publicaba el post «sacando el máximo provecho de la Administración» en K-Government, al hilo del publicado por Óscar Cortes en i-públic@. Comentaba yo en aquél post que prefería una Administración Profesional, sin lugar a dudas, aclarando que cuando digo profesional no estoy hablando de una Administración dirigida por profesionales de la gestión, sino con profesionales de la gestión pública al frente. Y es que con el EBEP se ha abierto un debate sobre la profesionalización de la gestión con el que no estoy del todo de acuerdo.
Esbozaba en aquel comentario dos ideas generales sobre las que basaba mi opinión:

  • Por qué prefiero una Administración profesional vs. una Administración política: porque en mi opinión los políticos creen que con tomar una decisión o tener una idea ya está todo hecho. Consecuencia: en ocasiones antes de que se termine de ejecutar un proyecto decidido se toman otras decisiones que afectan al proyecto, cuando no directamente van contra él.
  • Por qué prefiero al frente un profesional público vs. un profesional de la gestión: porque por muy buenos resultados que se hayan conseguido en la gestión privada, no todo es extrapolable al ámbito público… los principios de lo público en muchos casos son opuestos a los intereses privados.

Planteo ahora, con este post, el primer motivo de lo que espero sea una serie de post en los que vaya apuntando situaciones concretas por las que prefiero una Administración profesional.

Motivo 1: uno de los pilares que sustentan las decisiones de los políticos es la de complacer a sus lobbies

En ocasiones, para el desarrollo de un proyecto público, los aspectos técnicos pueden no ser favorables o incomodar a los lobbies o al electorado en general. No estoy refiriéndome a aspectos legales, sino simplemente de aspectos técnicos de un proyecto en los que se tiene libertad para elegir una u otra configuración.

Pongo un ejemplo de mi ámbito (la Universidad pública). Para mí, los cargos académicos son equiparables a los cargos políticos de cualquier Administración. Uno de los lobbies para el Equipo de Gobierno de cualquier Universidad son los Directores de los distintos programas. Para el desarrollo de determinados proyectos es necesaria la colaboración de estos Directores que, obviamente, conlleva un trabajo «extra». Pues bien, he aquí el problema de una Administración política: la influencia de este lobby puede pesar más que el cumplimiento de todos los requisitos técnicos del proyecto. Resultado: no se cumplen todos los requisitos técnicos para el correcto desarrollo del proyecto, siendo necesario repetir parte del mismo o dedicar recursos adicionales (o sea, más trabajo).

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