Nuestra actividad diaria está llena de señales que debemos ser capaces de detectar e interpretar. Si una misma señal se vuelve frecuente, pasa a ser una alerta. Las alertas requieren tomar decisiones que corrijan el rumbo. Si la decisión tomada para corregir el rumbo supone un giro importante, se convierte en un punto de inflexión, a partir del cual el camino a seguir habrá cambiado, será distinto.
Ante una alerta, reflexiona, planifica y decide cuál será el nuevo rumbo. Al considerar el punto de inflexión como un proyecto y planifícarlo de forma natural, es sorprendente la claridad de enfoque que se consigue. El nuevo camino se abre ante tus ojos.